Retroalimentación

Hay días en que no vale de nada ordenar los eventos unos detrás de otros. Intentar secuenciar los acontecimientos como dueños de nuestras horas en la agenda diaria y cuando menos nos damos cuenta, todo se cae al menor desliz, la estructura cede ante nuestra falta del cálculo que contempla un movimiento imprevisto
¿y cómo saber si la clasificación de la vida que nos construimos en verdad sirve?
(No estoy haciendo un informe, debería decirme esto a mi misma, así que continuaré en primera persona)
En una secuencia inesperada, los hechos, las palabras, las sonrisas, los gestos, las lágrimas, las hojas de la agenda, las frases inconclusas . Se ordenan caóticamente dejándome sobre el final del día la sensación nefasta de no haber vivido.
Pero no. La prueba está ahí: como testimonio de vida me quedan los tachones y las correcciones sobre las hojas de mi agenda . Y el descubrimiento de haber vivido y no ser consciente de ello.
Me retroalimento casi sin quererlo de quienes me acompañan en esta carrera. Pero no quiero correr, no quiero.
Sólo deseo sentarme en mi, a esperarme quiero verme aparecer acompañada por quienes me aman y amo verme llegar abrazada de ellos, urgente por la emoción y no por las hojas de la agenda que se agita entre mis manos.
4 comentarios
Gabriela -
Gracias Corazon y Bruixeta
Bruixeta -
Corazón: -
Ana -
Un beso.